Un día comprendió cómo sus brazos eran
solamente de nubes;
Imposible con nubes estrechar hasta el fondo
un cuerpo, una fortuna.
La fortuna es redonda y cuenta lentamente
estrellas del estío;
hacen falta unos brazos seguros como el viento,
y como el mar un beso.
Pero él con sus labios,
con sus labios no sabe sino decir palabras;
palabras hacia el techo,
palabras hacia el suelo.
Y sus brazos son nubes que transforman la vida en aire navegable.
Luis Cernuda.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
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