Recuerdo la sonrisa de aquella mujer
contrariada en tormenta y nubarrones.
Su piel clara adivinaba el estuario salvaje en cada queja
su débil ligazón a un mundo improbable
su amor acristalado en vasijas
que decidió romper
como orgullosa amazona cantando el dolor de su vida.
Empezó a balbucir caminos, letreros luminosos.
De un golpe seco inició la debacle,
su frente embistió contra la superestructura
que la engañaba con comodidades,
decidieron rematarla rápido, esconderla.
Y ella, comandó su nave
hasta que la noche murió joven entre mis labios.
Elena Conchello.
jueves, 4 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
una rara sonrisa que envuelve poco o nada de risa.....
ResponderEliminarEnigmático y oscuro este sueño, amiga, pero intenso. Hermoso y sobrecogedor. Un abrazo.
ResponderEliminarJhony, sólo un destello,una brizna de sonrisa.Gracias por detenerte a leer y escribir, un abrazo.
ResponderEliminarQuerido Mateo, sobrecogedor el hombre, que permite que ocurran en cada rincón del mundo terribles injusticias.
ResponderEliminarUn abrazo amigo.