Hay finales imposibles de coser en la mirada.
El dolor sobre mis ojos,
la luz inicial del lenguaje seco.
El tiempo se queda, la sonrisa
y la humedad de tus besos
sobre mi sexo.
Te veo y no te veo,
mientras todo comienza
en esta puerta trasera del infierno.
Llueves y pareces
agotado,
agotado.
Kilómetros de orillas en tu pelo
y el cuerpo de una rueda prolongada.
Encinta nuestras pieles, abrochadas
en la boca de las vides,
en el tallo de las rosas.
Nosotros sin faro
sin encallar,
sin soñarnos.
Elena Conchello.
Cambridge.
martes, 17 de agosto de 2010
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Leo, leo
ResponderEliminarintento entender
y veo
una belleza triste
que no quiero.
Un abrazo. Felicidad para ti.
Gracias por tu lectura, amigo, hay felicidad. Besos.
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