Al menos escuché su estrépito
y le guardé las caricias a lo largo de mi superficie
recordé cuántas veces deseaba en los umbrales su llegada.
Liberada de la soledad fui 
el profundo secreto en su piel y luego 
la madrugada en fuga.
Contrayéndonos sobre las aceras 
recuerdo como el primer rayo 
nos denunció felices, albatros riendo.
Elena Conchello.
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Me gustan tus poemas. Un saludo.
ResponderEliminar¿dónde encontrar de nuevo estos calendarios deshojados?
ResponderEliminartodos los días. el día.
un beso.
Amigo hay que sublevarse, inventemos otros días.. besos, pajarín.
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